Música y concentración, ¿van de la mano?

¿Puedes imaginar una lista de reproducción que te haga realizar las tareas del trabajo casi sin darte cuenta de lo que estás haciendo? Cuando menos lo esperas, las tareas están mágicamente completadas. Bueno, la música realmente no causa este efecto, pero seguramente has puesto un álbum o una lista de reproducción como fondo para realizar alguna actividad laboral y, de alguna manera, has completado las tareas de manera más fluida.

Según el neurocientífico Dean Burnett, autor del libro “The Idiot Brain” (2016), la música puede ser una herramienta muy útil para la concentración. Crea un ruido no invasivo y sensaciones placenteras que pueden neutralizar las distracciones de manera efectiva.

Cuando buscamos “concentración + música” en Google, encontramos fácilmente artículos que afirman que la música clásica es ideal para actividades que requieren enfoque. Sin embargo, en la práctica, no funciona exactamente así. El razonamiento es simple: la música que te gusta aumenta la concentración y la que no te gusta la disminuye.

Cada individuo siente una conexión única al escuchar música, basada en el gusto musical y las experiencias vividas. Los diferentes elementos musicales crean estas conexiones especiales entre los neuronas, dando a cada uno de nosotros una interpretación personal. Dado que la música activa diferentes áreas del cerebro de cada persona, se puede afirmar que el efecto de la música en la capacidad de concentración no es igual para todos.

Srini Pillay, psiquiatra de Harvard y músico, afirma que “las canciones familiares, o las canciones que te gustan y conoces mejor, son las más eficaces para maximizar la concentración”. Cuando ya conoces la música y anticipas su desarrollo, te pones en piloto automático, promoviendo la concentración.

Para lograr una excelente productividad en el trabajo, el papel de la música va más allá de la simple concentración. Si bien la concentración es crucial, los intervalos en los que no estamos completamente enfocados también desempeñan un papel fundamental. Después de completar una tarea y salir del estado concentrado, regresamos automáticamente a un estado de atención más amplio, conscientes de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, antes de concentrarnos nuevamente, ya sea en la misma tarea o en otra.

Durante este intervalo, escuchar música que nos gusta puede mantener elevados los niveles de serotonina, la hormona responsable del placer y el bienestar. Esto nos ayuda a no ser afectados negativamente por el entorno, como ruidos de sierras, motocicletas, martillos y otros. Este mismo efecto persiste cuando regresamos a la concentración, permitiéndonos comenzar con un ánimo y humor positivos. Incluso podemos hacer un paralelo con el dicho popular: “Todo lo que comienza bien, termina bien”.

Ahora que ya entendiste cómo funciona esto en tu cabeza, ¿qué te parece armar una lista de reproducción perfecta para esos momentos en los que necesitas concentración? ¡Coloca canciones que ya conozcas bien, bandas sonoras de tus películas y juegos favoritos, canciones que marcaron tu juventud, en fin, lo que realmente aprecias! Luego, cuéntanos si esto te ayudó, ¿de acuerdo? 😊

Aquí tienes algunas sugerencias de listas de reproducción de Skedway:

Fuentes: The Guardian & Harvard neuroscientist: The No. 1 type of music for focus and concentration—and it’s not classical (cnbc.com)

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